sábado, 12 de diciembre de 2009

El impacto de la ocupación en los dibujos de los niños y niñas palestinos



Durante el mes de Julio de 2009, se recogieron sesenta dibujos de niños y niñas palestinos que pasaban sus vacaciones en los campamentos urbanos (Summer Camps) del Treatment and Rehabilitation Centre for Victimes of Torture (TRC) en las ciudades de Ramallah, Nablus y Jenin.

El TRC es una ONG fundada en 1997 en Cisjordania con el objetivo de proporcionar soporte psico-social a los afectados por violencia política, incluidos sus familiares y su entorno comunitario. Además de la atención psicológica y social continuada, cada verano realizan campamentos urbanos en los que participan niños y niñas de 6 a 12 años que han vivido de un modo u otro situaciones traumáticas relacionadas con la Ocupación. En un entorno básicamente lúdico, realizan sesiones de terapia individual y grupal, y participan en juegos y talleres que fomentan su autoestima, estimulan su proceso madurativo y favorecen su estabilidad emocional.

La mayoría de los dibujos aquí expuestos han sido recogidos tras la sesión de terapia en la que se hablaba de hechos traumáticos. Han sido seleccionados precisamente por trasmitir una realidad que merece ser difundida. No obstante es necesario señalar que cuando se les dan otro tipo de consignas como “dibuja la vida en tu pueblo” o “la vida en el campo de refugiados”, aparecen también contenidos no violentos, y elementos relacionados con la protección y la identidad, como la escuela, la bandera, la familia y la mezquita.

Según un trabajo de F. Allodi (1998), en el que se analizaron de forma sistemática mil dibujos de niños y niñas de escuelas de Cisjordania y Gaza, y se compararon con los de escuelas canadienses, los contenidos traumáticos relacionados con la Ocupación aparecían en el veintiuno por ciento de los dibujos.

Lo que dibuja un niño es lo que tiene en su interior, su realidad psíquica: es un reflejo más de lo que siente que de lo que ve, de lo que desea y de lo que sufre. Por eso las piedras de la Resistencia pueden ser enormes, y un tanque israelí ocupar toda una hoja al lado de un diminuto niño. Los que se defienden dibujan a los suyos disparando en los tejados, los que se cuidan dibujan el hospital y el camión de alimentos de la UNRWA. Los que experimentan culpa por no haber sido ellos asesinados en lugar de su hermanos, se dibujan a sí mismos siendo disparados.

En estos dibujos hay desolación y desesperanza reflejada en soles en ocaso, soles cansados que se apoyan sobre las montañas; inseguridad en casas suspendidas en el aire y con tabiques inclinados, necesidad de protección hasta el aislamiento en fachadas selladas sin ventanas, o en monigotes sin manos…

A la vez, tras la subjetividad de cada pequeño artista, se impone la constatación de una realidad: la paz y la seguridad no están garantizadas.

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